¿Seguimos quejándonos o nos ponemos a emprender?

Conchita_galdon

¿Seguimos quejándonos o nos ponemos a emprender?

Una reflexión sobre la urgencia de la creación de nuevas PYMES en España, a colación de una nueva campaña de publicidad sobre el emprendimiento.

Me ha gustado mucho esta campaña firmada por The Hub (una incubadora de empresas privada de Madrid) a algunos de cuyos fundadores conocí hace meses en una charla para la organización de estudiantes AIESEC.

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Me parece genial que una empresa privada como The Hub pueda lanzar desde un medio masivo una llamada a la acción como ésta a cerca de la creación de empresas.

¿Por qué nadie quiere ser empresario?

En Enero de 2005, cuando me faltaban pocos meses para crear mi primera empresa, que tres años después se derrumbaría (pero esa es otra historia de la que no me toca hablar hoy), le conté mi proyecto a mi buen amigo Jesús Encinar y me dijo algo que todavía hoy recuerdo y me sirve de acicate en momentos difíciles.  Jesús y yo estudiamos la misma carrera de Ciencias Empresariales Europeas, donde se supone que nos enseñaban justamente a eso, a ser empresarios.  Sin embargo, como decía  Jesús: "realmente sólo nos enseñaban a colgarnos una corbata y aprender a ser ejecutivos, a trabajar por cuenta ajena". 

O sea, que lo de ser empresario no se estudia.  No se enseña.  No se estimula a que los alumnos desarrollen su vocación empresarial.  Yo diría más: no es el modelo de éxito que se vende en las facultades de empresariales. Por eso nadie -o casi nadie- quiere ser empresario si en lugar de eso puede trabajar de 9 a 5, y ganar una nómina aceptable a fin de mes vaya como vaya la empresa que te paga.

Cambio de tercio: la cruda realidad del presente

Por mi relación directa con algunos alumnos míos de la Escuela Superior de Publicidad, donde tengo el gusto de impartir clases de Marketing desde hace años, me he sentido muy cerca de las movilizaciones en Sol, que luego se han extendido por el resto de España. 

Comprendo su frustración ante la falta de salidas profesionales, la imposibilidad de realizarse y labrarse un futuro a base de hacer lo mismo que muchos otros sí tenemos la suerte de hacer: currar. 

Hace un par de días recibí simultáneamente varios mails con un listado de reivindicaciones del movimiento.  Que me ha decepcionado profundamente.  Veo muchas alusiones a asuntos como la corrupción o los salarios de los altos funcionarios, pero ni media palabra sobre la principal medida que nos ayudaría a salir de esta crisis: el fomento de la actividad empresarial.

En los últimos 3 años en España han echado el cierre más de 200.000 PYMES (entre ellas mi primera empresa).  Su defunción ha creado desempleo, cuantiosas pérdidas personales y, en definitiva, la paralización del flujo circular de renta generado por su actividad.

¿A nadie se le ocurre que resulta vital crear otras 200.000 PYMES nuevas que taponen la herida?

¿Quién va a crear el empleo que echamos en falta?:

  • ¿Una administración hipertrofiada y llena de solapamientos e ineficacia?
  •  ¿Las grandes multinacionales como Inditex, el Santander o Iberdrola?

No entiendo la ceguera que puede hacer a alguien olvidar que sin la creación de nuevas empresas la recuperación no es posible.  Que las personas que realmente tienen que crear esos 5 millones de empleos que nos faltan no pertenecen a una élite de indeseables a los que haya que arrinconar, que no cuentan con grandes mansiones, ni fondos en paraísos fiscales, ni cajas fuertes con fajos de billetes de 500 en sus dormitorios. 

La mayoría solo cuentan con ideas, valentía y tolerancia al riesgo.

Nuestro futuro es el futuro del pequeño empresario

Me parece muy bien lanzar proclamas idealistascontra la corrupción política, pero nuestra tumba no son los trajes de Camps, al que habrá que procesar y prejubilar si es culpable, sino un país con un tejido empresarial débil y desequilibrado.

Animemos y apoyemos a los emprendedores o estamos muertos.

  • Las administraciones deberían cuidar mucho mejor a los empresarios (en especial los que empiezan) en lugar de asfixiarles con una fiscalidad que ahoga, una tardanza indecente en pagar y una carencia total de ayudas a la inversión.
  • Y todo aquel que emplea su tiempo y su generosidad en reclamar sus/nuestros derechos a pie de calle, no debería jamás pasar por alto los derechos del pequeño empresario.  Si lo defiende, indirectamente estará defendiendo el pan de todos sus empleados presentes y futuros.

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