Exito para perdedores: un baño de realidad para emprendedores noveles y avezados

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Exito para perdedores: un baño de realidad para emprendedores noveles y avezados

«Exito para perdedores». Un baño de realidad para emprendedores incipientes y avezados.

Ayer comencé (y terminé), Exito para perdedores.  Me lo regaló un familiar y lo tenía en la lista de espera desde hace un par de meses. 

Se trata de una novela gráfica (toma la forma de un comic) que cuenta en primera persona la experiencia de David Cantolla (ex-Teknoland y Zinkia y padre de la célebre serie infantil Pocoyó) y las dos caras que (en proporción variable) la vida siempre termina deparando a todo emprendedor: el éxito y el fracaso.  


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Leyendo el libro comencé a recordar poco a poco la fulgurante historia de Teknoland porque durante un par de años fui socio de un pariente de David Cantolla.  Viajé fugazmente en Miami en el punto álgido de las puntocom y os puedo asegurar que "la fiesta" era tan gorda como el libro la pinta.  Pero la descripción de aquella burbuja no es lo que más me ha gustado del libro, sino dos frases que por sí solas justifican que lo leas:

  • "Puedes controlar lo que vas a hacer pero no sus resultados".
  • "Si haces las cosas mal te suele ir mal, pero incluso haciéndolas bien, todo puede torcerse y te puedes llevar una pedrada".

"Hacerlo bien" no te garantiza el éxito 

El libro, escrito desde la humildad y el pragmatismo, me ha recordado mi propia experiencia, que cuento en "Game Over" y la sarta de patrañas e irrelevancias que nos cuentan la mayoría de los libros de emprendimiento.

En
los colegios, Universidades y Escuelas de Negocio, la educación industrializada
que recibimos se orientó siempre a que nos convirtiésemos en trabajadores y no en emprendedores.  Esta idea está muy bien desarrollada en el libro Funky Business.

Así
que quienes en algún momento acariciamos la idea de montar un negocio no
tuvimos más remedio que acercarnos a los libros de
management.  En ellos
aprendimos que existía una fórmula (una especie de 
cóctel mágico), que se componía de sólo tres ingredientes:

  1. una idea de negocio,
  2. un business plan y
  3. una buena dosis de perseverancia.

Esto era todo lo que
necesitábamos para emprender
un negocio con éxito.

Muchos dejamos nuestros trabajos para emprender, y montamos empresas siguiendo esta fórmula.  Desde
2.008 el 5% de las empresas y el 13% de los autónomos en este país han debido cesar su
actividad.  Yo fui uno de ellos.  Y el autor de "Exito para perdedores" otro, solo que algunos años antes. 
Me resisto a pensar que hicimos mal el cóctel, que seguimos mal el modelo.  Que nuestras ideas eran erróneas, que nuestros Power Points o nuestros Excels estaban equivocados o que no trabajamos lo suficiente. 

Seguramente cumplimos esos tres requisitos, y sin embargo debimos cerrar.  ¿Por qué?

El éxito es el viaje, no el destino

La realidad es que hacerte emprendedor se parece más a un viaje continuo (lleno de altibajos y cambios de dirección) que algo que te puedas plantear como un objetivo.  

Cuanto tu epicentro es tu cliente (y en un mundo globalizado e hipercompetitivo si tienes otro epicentro no creo que te vaya demasiado bien), no hay estabilidad posible.  Puedes hacer bien las cosas y aún así fracasar porque vivimos en un mundo en permanente cambio, donde las necesidades se reconfiguran casi a diario, la competencia no se detiene y tu producto puede despuntar mañana y quedarse completamente obsoleto al día siguiente. Puedes tener una buena idea que tus clientes adoren, un plan de negocio intachable que aplaudan hasta los analistas más cabrones y puedes trabajar 15 horas al día durante años.  Y aún así caerte con todo el equipo.  

Lo digo por experiencia, ya que mi empresa de hostelería cerró a pesar de apostar por un nicho en crecimiento, estar bendecida por analistas externos y un grupo de socios del máximo nivel.  Y a pesar de dejarme los cuernos como jamás lo he hecho.  

Si tu concepto de éxito es dinero + poder + reconocimiento, la mala noticia es que no existe ningún cóctel mágico (ni siquiera mi libro o el de David Cantolla) que te garantice alcanzarlo. Si quieres seguridad, certidumbre, un empleo vitalicio y un desarrollo lineal donde puedas aumentar equis por ciento tus ingresos cada quinquenio, probablemente tu camino es hacer una oposición, no ser emprendedor.

Pero si crees que tu éxito como ser humano tiene más que ver con tu equilibrio, tu ilusión y ese estado de flujo que alcanzamos cuando nuestra actividad nos llena por completo, quizá estés preparado para ser emprendedor.  Porque esa actitud aumentará tu tolerancia a las tormentas:  a las crisis, a las quiebras, a las deudas, a las enemistades… y te permitirá seguir nadando (como el protagonista de este libro) hasta que salga el sol.  

Porque nada es comparable a la satisfacción que sientes en un día soleado.  

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