La Eterna start up, el Ministerio, la Empresa 2.0… ¿cuál es la tuya?

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La Eterna start up, el Ministerio, la Empresa 2.0… ¿cuál es la tuya?

Retomo contacto con «El pequeño libro de las grandes decisiones», de M. Krogerus y R. Tschappeler, un interesantísimo pocket book lleno de esquemas, diagramas y consejos prácticos que compré hace tiempo.   Y me encuentro con el «Modelo de la Energía».

 

Ayer, hoy, mañana

Como nos explica el modelo, en las personas al igual que en las organizaciones, habitualmente nos encontramos con comportamientos de tres tipos:

  • Foco en el pasado: actuamos según lo que os dicta la experiencia sin desviarnos ni un centímetro de esta aunque las circunstancias hayan cambiado. En definitiva, conservar para sobrevivir, dentro de una tolerancia mínima al riesgo.  Un comportamiento que se da frecuentemente en la cultura germánica y en Europa en particular.
  • Foco en  el presente: se centra la atención y los recursos en acometer los retos que van surgiendo, sin encorsetarnos por la experiencia pasada ni dejar que nuestras decisiones estén influenciadas por el temor al futuro.  Un comportamiento típico de Oriente.
  • Foco en el futuro: consiste en intentar anticipar lo que va a suceder con la idea de minimizar los efectos perniciosos del cambio. Un comportamiento típico del temperamento norteamericano.

Tomando notas de cara a un futuro proyecto editorial que llevo cociendo meses, me doy cuenta de que las empresas noveles también toman uno u otro rumbo en función de dónde pongan su foco.

 

1.La eterna Start up

En este tipo de empresas el foco está en el futuro.  El mercado es un campo fértil donde germinan prometedoras oportunidades de negocio todos los días.  El reto está en detectar una de ellas y lanzar un proyecto orientado a capitalizarla… antes de que lo haga la competencia.


Start up

Colaboro con varios programas de formación al emprendimiento.  E imparto un curso de Business models en ICADE.  Y sé que la mayor parte de los proyectos de nuevo cuño intentan seguir este camino.

El acento, por lo tanto, se pone en el análisis de lo que el futuro puede deparar; intentando inferir hacia dónde puede ir el comportamiento del consumidor.  Algo que es simplemente imposible: como cada vez más expertos apuntan, la investigación de mercados puede aportar claves a la planificación empresarial, pero nunca sustituir la experiencia que obtendremos interactuando con los clientes en el día a día (en el presente).

Os digo lo que pienso al respecto: este tipo de empresas «de Power Point» me parecen un peligro.  Encontrar una idea «brillante» o detectar una oportunidad de negocio emergente es algo que carece de valor.  Lo que sí agrega valor a esa idea es nuestra capacidad para ejecutarla de un modo excelente.  Es esa capacidad la que debemos demostrar para llevar una empresa a buen puerto.

No se trata de lanzar antes que la competencia.  Se trata de lanzar mejor que la competencia.  Idealista.com no fue el primer portal inmobiliario, pero es el mejor.  Google no fue el primer motor de búsqueda, pero es el mejor.

 

2. El Ministerio

Existe un segundo arquetipo en contraste extremo con el modelo anterior.  Son esas empresas en las que muchos de nosotros nos hemos formado.  Lideradas por ejecutivos de largo recorrido, profesionales de la gestión cortados por el mismo patrón, que estudiaron en las mismas escuelas de negocio y que como consecuencia de todo ello, utilizan las mismas estrategias y herramientas.

Su aversión al riesgo generalmente deriva en obsesión por el reporting, que llega a convertirse en un fin en sí mismo.  La elaboración de informes, ratios y KPI´s equivale a hacer funambulismo con los datos del pasado, como si ello nos permitiese convertirnos en gestores infalibles.

EL MINISTERIO

Si antes hablábamos de empresas de Power Point, ¿podríamos hablar en este caso de la «esclavitud del Excel»?

 

3. La empresa 2.0

Y finalmente observo que un tercer modelo va ganando adeptos.

En él, el presente constituye la prioridad número uno de la empresa.  En este caso el pasado apenas es un banco de pruebas de donde extraer aprendizajes rápidos y el futuro tiene una importancia limitada.  El cambio no es un un obstáculo puntual y aislado; muy al contrario es el hábitat natural en el que trabajamos.

Por tanto gestionar el presente, en el fondo, equivale a gestionar el cambio.  Porque estamos en 2017 y el cambio constante está implícito en todo lo que nos rodea.


Empresa 2.0

Este es uno de los principios básicos de Lean Start-Up, un libro del que a buen seguro habrá oido hablar y que se ha convertido en toda una corriente de pensamiento.  Su idea central es la apuesta por el lanzamiento «rápido» de productos en fase Beta que nos permitan, mediante el diálogo constante con los clientes, realizar rápidas y continuas mejoras en los mismos.

 

¿En qué punto está tu empresa?

Os confieso que he empezado a entender la importancia de estas cosas solo después de enterrar mi primera empresa, que llegó a contar con 3 centros productivos y más de 20 empleados.

El principal aprendizaje de aquel sonoro fracaso fue darme cuenta que obrar por el «manual de instrucciones clásico» (Business Plan, plan de Marketing clásico, contabilidad de costes), puede conducirte a colocarle corsés a tu empresa.

En el mundo de la empresa la rigidez mental no es un buen compañero de camino.  Es como enseñar a saltar obstáculos a un caballo joven sin antes sacarle de su cubil. Porque no le damos espacio para que vaya aprendiendo.

 

El camino de A a B, nunca es una línea recta

Si consideramos la vida de la empresa, el camino de A a B nunca es una línea recta.  El concepto de éxito empresarial que la mayoría tenemos en mente se parece a un recorrido lineal.  Transitamos desde el punto «A» (la fundación de la empresa) por una senda rectilínea (con un target, business plan, objetivos y estrategias fijos e irrenunciables) que concluye en un punto «B» (el éxito económico).

Sin embargo, en un contexto de permanente tsunami socioeconómico y tecnológico la realidad es bien distinta, por dos razones:

  • los inevitables vaivenes y cambios de dirección, que pueden convertirse en oportunidades para esa mejora continua que los japoneses llaman «kaizen»,
  • y porque, en realidad, jamás llegamos al punto «B».  La empresa nunca alcanza el éxito perdurable.  Nunca vas a poder limitarte a tomar asiento para contemplarlo.  Tendrás que seguir remando.

Saludos a todos.

 

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